miércoles, 16 de noviembre de 2016

Escribir nunca fue de valientes.

Y escribes, escribes, escribes... como si escribir fuese a cambiar algo. Como si por escribir lo que sientes, el mundo fuese a conjurarse para que todos tus planes salgan bien.

Escribir es la faceta más valiente y, a la vez, más cobarde de las personas: es de valientes, porque plasmas en papel todos tus sentimientos, emociones y opiniones sin saber quién ni cuándo tendrán acceso a eso; a la vez, es el gesto más cobarde que existe. Está claro que el que escribe, es porque no se atreve a decir en voz alta lo que sí es capaz de reflejar en un folio.

Y es verdad, porque cuántas veces habéis escrito/leído un texto y habéis pensado: "si cierta persona lo leyera y supiera que es exactamente lo que siento", "si me atreviera a enviar ese texto que lleva tantas semanas rondándome"... Pero no te atreves. Y te pasas las horas y los días dándole vueltas, pensando si habrá leído aquello que compartiste, si habrá entendido que lo que sientes por esa persona no lo sientes por nadie, o qué habría pasado si hubieses hecho clic en el botón de enviar...

Y me he cansado de vivir en esas esperas, en suposiciones, en intentos de valentía escondidos detrás de las peores mentiras de cobarde. Así que sí, escribe todo lo que se te venga a la cabeza, dilo en voz alta si te atreves, y NO te guardes nada, porque tú puedes sentir tanto como cualquier otro, y otros igual que tú, y nunca, nada ni nadie, va a hacer que dejes de sentir y que dejes de tener capacidad y la posibilidad de expresarlo.


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