lunes, 4 de julio de 2016

Cambio príncipe azul por lobo feroz.

Creo que no soy la única que está cansada de los cuentos de hadas, de buscar un príncipe azul que te pinte la vida de color de rosa y te da un final feliz comiendo perdices.

Y es que del príncipe azul sólo te enseñan la cara bonita, la parte que te quiere, que te da cariño y te hace sentir especial, pero los príncipes azules tienen más cara desagradable que bonita; porque creen que protegerte de todo es tratarte como si fueses de su propiedad, como si hablar con otras personas y otros chicos fuese faltarle al respeto, porque eres suya y de nadie más, porque tus amigas estorban cuando te hacen separar e de él un tiempo para dedicárselo a ellas, porque tus redes sociales son el campo de cultivo de todo lo que él puede llegar a considerar una "infidelidad", y por eso te vigila. Ese control al que tu príncipe azul te somete que más que proteger asusta, que más que hacerte sentir querida te hace sentir agobiada.

El azul del príncipe acaba destiñendo, eso lo sabemos todas, no es algo que nos sorprenda. Por eso no entiendo que haya gente que se siga empeñando en buscar ese amor tan utópico e irreal que empieza siendo bonito, pero se convierte en una pesadilla. Porque ese amor tiene una doble vara de medir, y todo lo que para ti está prohibido está más que justificado; porque él puede tener amigas, puede salir hasta las tantas y hacer lo que quiera, porque él es tu dueño, pero tu no eres la suya y no tienes derecho a echarle nada en cara...

Y al final resulta que el bueno de las películas no era el príncipe y que el amor que el lobo feroz es capaz de darte es mil veces más sano. Porque tiene ojos más grande, para verte mejor, hacerte sentir deseada, mirarte como si fueses la única mujer del mundo que le hace sentir el deseo de comerte; y te come porque tiene una boca más grande, que aunque a veces la use para decir tonterías, no la usa para llenarte de palabras de "amor" vacías y prometer mierdas que no será capaz de cumplir. También tiene manos más grandes, y orejas más grandes, y sobre todo, un corazón más grande.

Por eso he decidido que mejor que vivir engañada con un príncipe desteñido, me quedo con el lobo, que por lo menos a él se le ve venir, deja las cosas más claras y te da una vida mejor y, sobre todo, te hace sentir más querida, deseada, entendida y te da más confianza que cualquiera de esos príncipes mal pintados.

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